En el número 29 de la calle Ofelia Nieto hay una familia que vive desde hace años con un miedo creciente. Después de 57 años de residir allí los Gracia González están amenazados de expropiación y desalojo. La causa es un plan de urbanismo de 2004, diseñado en los años dorados de la burbuja inmobiliaria, por el que la parcela donde está su casa se ha quedado afectada en algo menos de 6 metros cuadrados de suelo por invadir la acera que se ha construido por el nuevo trazado del vial que une la calle Sánchez Preciado con Ofelia Nieto.
La vivienda es una de las últimas casitas bajas que quedan en el barrio. Un testigo de su transformación. Dentro de ella conviven los abuelos, Francisco y Luisa, quienes la compraron en 1957 y las familias de dos de sus hijas, Ángeles y María Luisa, que tienen dos pisos independientes en la planta baja, con 4 nietos menores de edad. Es una forma de vida conjunta que es memoria en los barrios de Valdezarza y Tetuán de las Victorias (nombre tradicional de la barriada, que antiguamente, antes de anexionarse a Madrid, pertenecía al pueblo de Chamartín de la Rosa) acogedor y familiar. La vivienda se encuentra en el límite entre ambos, aunque pertenece administrativamente al distrito de Moncloa-Aravaca.
Hablamos con Ángeles, la hija mayor. “Al principio no estábamos afectadas por el plan urbanístico, pero cuando hicieron el trazado de la acera nos metieron. Y digo bien, nos metieron, pues nosotros solo queremos vivir tranquilos en la que es nuestra casa. Aquí nací y aquí estoy criando a mis hijos. Desde que nos enteramos de las intenciones de expropiarnos por parte del Ayuntamiento estamos angustiados. Llevamos 8 años de litigios por todas las instancias judiciales y no hemos obtenido nada más que sentencias negativas”.
Pregunto sobre cuáles son los motivos del Ayuntamiento: “El suelo de la parcela ha sido declarado como residencial y privado, no van a hacer viviendas sociales, ni hospitales, ni guarderías, nada de lo que pueda obtenerse un beneficio social. Su destino es vivienda libre. La única parte pública es la acera que afecta a 5,98 metros cuadrados de la casa. Pero observa que trazado tiene, es de risa”.
Efectivamente, al observar la acera, objeto central del litigio, se queda uno sorprendido. En el otro extremo de la manzana apenas mide metro y medio y a medida que la acera se aproxima a la vivienda se va ensanchado hasta llegar a la esquina con Ofelia Nieto, en que llega a medir más de 3 metros, el máximo. Al ver mi cara de extrañeza Ángeles me aclara, “La acera es la excusa, pero al meternos en el plan urbanístico y expropiarnos consiguen que el terreno que hay justo detrás de la casa, que es diminuto, al unirse con el nuestro tenga como resultado una parcela muy apañada. En la única reunión que tuvimos con Isabel Pinilla, directora de Gestión Urbanística del Ayuntamiento de Madrid, nos lo reconoció. Dijo que sin nuestra casa, la zona trasera no tenía salida. Mi padre le ofreció, para que nos dejase en paz, comprar dicha parcela, pero ella dijo que eso era imposible, que primero tenía que expropiarnos a nosotros y después, si queríamos, pujar por el conjunto.”
Observando el resultado de las demás expropiaciones que se han llevado a cabo con arreglo al plan urbanístico siento que todo es absurdo. No se ha construido absolutamente nada. Solo hay solares vallados con letreros amarillentos por el sol en que está escrito “Se vende”. “Llevan más de tres años”, me comenta Ángeles al ver mi cara de extrañeza. “Seguramente es lo que ocurrirá con nuestra casa cuando nos desalojen. Será un solar más en un barrio lleno de solares“.
Plano Ofelia Nieto, 29
Al acercarme a la zona de la acera en que una parte está ocupada por la vivienda la sensación de absurdo aumenta. Ya está construida dicha acera y no impide el paso. Es lo suficientemente ancha como para que pasen hasta dos o tres carritos de niño a la vez. El problema por el que se les desaloja no existe. Pregunto por las indemnizaciones y si les han ofrecido realojo: “En un principio nos ofrecieron 320.000 euros pero el Tribunal de Expropiación Forzosa lo ha subido a 390.000 euros.
Puede parecer una cantidad elevada, pero para ser tres unidades familiares es ridícula. A esto hay que restar casi un 50% de impuestos que tendríamos que pagar en 2014. Para comprar tres viviendas es imposible. Además tenemos una tasación que pedimos a TINSA, una empresa de valoraciones que contrata el Ayuntamiento de Madrid habitualmente y ha calculado que, como mínimo, el precio justo estaría sobre los 750.000 euros más los intereses de demora. Pero quiero aclarar que nosotros no queremos dinero. Si nos ponen un papel en que nos dicen que nos quedamos en la vivienda lo firmamos ahora mismo. Eso es lo que queremos hacer, continuar viviendo en nuestra casa y en nuestro barrio, sin más. El único realojo que nos han ofrecido es en viviendas en alquiler con opción a compra, es decir, dejamos una casa en propiedad y ellos nos dan una casa en alquiler. Y encima, no es en nuestro barrio”.
Su situación es muy precaria pues “En octubre de 2012 vinieron policías municipales armados, funcionarios y albañiles a desalojarnos. Un mes antes nos comunicaron que nos desahuciaban, pero nuestra abogada consiguió paralizarlo, pero en apenas 30 días nos encontramos con toda esta gente aporreando nuestra puerta. Fue el momento más terrible. No traían orden judicial y nos negamos a dejarles pasar. Hubo mucha tensión. Desde entonces mi hermana y yo hemos desmantelado nuestras viviendas y vivimos todos juntos en el piso de arriba, en casa de mis padres. Así nos sentimos más arropados. Tenemos desde entonces mucho miedo con que vuelvan.”
¿Y cómo llevan tantos años de dudas y litigios? Ángeles suspira “Mis padres son ya ancianos. Han pegado un gran bajón. En vez de disfrutar de su bien ganada jubilación sufren este proceso con amargura. Nunca pensaron que podrían estar en una situación así, con tanta inseguridad. Mi padre siempre ha cumplido sus obligaciones. Hasta este año ha pasado la ITE de nuestra casa. Nos ha costado más de 4.000 euros. Es absurdo. Por un lado el Ayuntamiento te obliga a mantener el edificio en prefectas condiciones y por otro lado lo quiere reducir a escombros. Es difícil no acabar esquizofrénico en esta situación.”
“Actualmente el Ayuntamiento ha pedido al juzgado que de permiso para poder “entrar” en la casita. Y que el Ayuntamiento entre significa que a nosotros nos echan”, aclara con rabia Ángeles: “Nuestra abogada ha alegado. Estamos a la espera de lo que decida el juez. Vivimos en una situación muy tensa, de mucha incertidumbre”. Aquí, fortalecida, cambia el tono “Pero nos sentimos apoyados. Cuando se produjo el primer intento de desalojo acudimos al grupo Antidesahucios de la Asamblea de Tetuán. Ellos nos han dado muchísimo apoyo. Este fin de semanas comenzamos una recogida de firmas con nuestro caso y hemos conseguido en apenas tres tardes más de 1.500″.
Acera de Ofelia Nieto, 29
Contactamos con Álvaro de dicho grupo Antidesahucios de Tetuán para que nos cuenta cuál es su visión de este caso, tan diferente a los habituales de afectados por las hipotecas: “El derecho a la vivienda va mucho más allá de la problemática de las ejecuciones hipotecarias. Nosotros, como grupo de trabajo de una asamblea de barrio, consideramos que debemos responder a las diversas problemáticas sociales de los vecinos Tetuán.
En este caso, nos encontramos ante el derribo de una vivienda que se llevará por delante cincuenta años de vida; tres generaciones que se verán arrancadas de su hogar y expulsadas de su entorno. El derecho a la vivienda digna no se queda en un techo: implica el arraigo en un barrio, el respeto a la trayectoria vital de las personas, su inclusión en una red de vecinos, amigos y conocidos. No se pueden desplazar a la personas como si fuesen peones de un proyecto urbanístico. En este sentido, el derecho a la vivienda enlaza con el derecho a la ciudad. No solo queremos casas donde “caernos muertos”, sino barrios dignos y entornos saludables para desarrollarnos. Como decimos nosotros, luchar por la casa de los Gracia González es luchar por nuestro barrio; que ha sido sometido a un proceso de transformación salvaje sin respetar sus orígenes y morfología urbanística. Un barrio de casas bajas levantadas por trabajadores que durante décadas vinieron a buscar un empleo a Madrid, destruidas ahora sin miramientos para satisfacer el ansia de la especulación inmobiliaria, pasando por encima de la vida de centenares de familias y dejando a su paso un desierto de bloques de hormigón. Solo hay que echar un vistazo a zonas como Avenida de Asturias o el Paseo de la Dirección para darse cuenta de cómo han hecho tabula rasa, destrozando un entorno vital para levantar barrios de bloques deshumanizados.”
Álvaro es firme en sus planteamientos: “El Ayuntamiento carece de un argumento sólido para ejecutar el derribo. El pretexto es ridículo: la ampliación de una acera en 5,98 m2. Una acera que no sólo permite el paso a la perfección, sino que probablemente se encuentra entre las más anchas del barrio. La realidad es que la casa resiste entre bloques como un testimonio de lo que fue nuestro barrio; un pedazo de historia que se opone al diseño especulativo impulsado por el Ayuntamiento. Una familia perderá su vida para dejar un nuevo solar vacío, esperando que algún día aparezca un empresario que pueda realizar un negocio en esa parcela. El Ayuntamiento no pretende preservar los intereses colectivos, pues el terreno es para uso residencial privado. Las instituciones se convierten en un ariete para defender los intereses de la especulación inmobiliaria.”
Pero ¿Hay posibilidades de ganar esta lucha desigual? “Disponemos del arma más poderosa que pueden blandir los ciudadanos: el apoyo mutuo. Confiamos en la solidaridad barrial y la acción directa como métodos para frenar las tropelías cometidas contra el vecindario. Y no vamos a rendirnos fácilmente porque, tras dos años de lucha contra desahucios y derribos, hemos descubierto que sí se puede.” Ángeles ratifica “La familia somos una piña. A veces tenemos momentos de bajón pero seguimos adelante. De aquí no nos vamos a ir sin luchar con todas nuestras fuerzas. No es solo una casa, es nuestra vida.”
Para hacer esta crónica hemos intentado contactar telefónicamente con Isabel Pinilla, Directora de Gestión Urbanística del Área de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid. Su secretaria nos ha remitido al correo electrónico del gabinete de prensa de dicho departamento. Sólo hemos obtenido silencio. Nos es imposible poder ofrecer la versión del Ayuntamiento pese a intentarlo durante tres días.